Área Sanitaria de Melilla

Entrevista a José Joaquí­n Mira, ponente en las III Jornadas de Seguridad del Paciente

18-dic-2012

Psicólogo clí­nico y miembro del Proyecto IDEA

El primer ponente de las III Jornadas de Seguridad del Paciente que se desarrollan desde esta mañana en el Hospital Comarcal de Melilla, ha sido José Joaquí­n Mira Solves, psicólogo clí­nico, catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Elche, quien ha intervenido con la conferencia: José Joaquí­n Mira además pertenece al "Proyecto Idea", un grupo compuesto por profesionales de diferentes especialidades, que tiene como objetivos identificar y definir los eventos adversos en los diferentes ámbitos y servicios de la asistencia sanitaria.

Estuvimos hablando con Mira y le realizamos la siguiente entrevista:

P.- ¿Cuál es su trabajo?

Vengo trabajando en temas de calidad y seguridad del paciente desde hace muchos años. Formamos un grupo de trabajo en la Universidad y en el Sistema de Salud, porque todos tenemos esa doble vinculación, y venimos trabajando en estos temas desde finales de los años ochenta. Ahora estamos más centrados en temas que intentan ayudar a evitar eventos adversos. Es decir, las consecuencias de fallos o errores que se tienen en la atención sanitaria a los pacientes.

P.- ¿Qué hace un psicólogo en temas relacionados con la seguridad del paciente?

Es fácil de entender. Somos un equipo multidisciplinar en el que hay diversos tipos de perfiles. Por supuesto hay médicos que es lo que menos llama la atención; hay otros profesionales sanitarios como pueden ser farmacéuticos, enfermeros,? pero también hay otros perfiles profesionales como pueden ser estadí­sticos matemáticos o, en mi caso, psicólogo.

P.- ¿De qué se trata la ponencia que expone en estas jornadas: "La percepción social de los Eventos Adversos; daño al paciente y al profesional"?

La idea es presentar, en primer lugar, el marco en que se desenvuelve este concepto que ahora llamamos seguridad del paciente, que tiene que ver con la calidad asistencial, la manera con que organizamos los procesos de trabajo, la evaluación de los resultados y con algo muy sencillo: durante muchos años nos hemos preocupado en cómo podemos hacer las cosas mejor y cuando ya razonablemente estamos realizando los procedimientos de una forma adecuada, prudente,... y, además, con buenos resultados, nos preocupamos también por evitar equivocarnos o por evitar hacer cosas que no son las más indicadas. En ese sentido ha habido un pequeño cambio y la seguridad del paciente lo que intenta, precisamente, es eso: ayudarnos. No solamente a hacerlo mejor sino también a evitar aquellos riesgos que son fruto natural de la atención sanitaria.

P.- ¿Cómo ha evolucionado esta especialidad, la seguridad del paciente, en los últimos años?


El estudio de la Agencia Norteamericana de Calidad, tiene un titular que vemos durante la ponencia que expongo y que analizamos, que es absolutamente espectacular: fallecí­an más pacientes por errores clí­nicos que norteamericanos por efectos de las armas de fuego o los accidentes de tráfico Esto hizo cambiar, no solamente a la sociedad norteamericana, sino a todo el mundo y, hoy en dí­a, la agenda de la seguridad del paciente es una prioridad para todas las administraciones sanitarias allá donde se vaya, da igual el paí­s. Nosotros, ahora mismo estamos colaborando con la Oficina Panamericana de Salud, por ejemplo, en un estudio para determinar eventos adversos en la asistencia ambulatoria en Iberoamérica. Y hay ejemplos desde Canadá pasando por Australia, paí­ses asiáticos, Europa,? en todos los continentes.

Desde entonces hasta ahora, hemos aprendido primero por qué se producen los eventos adversos fundamentalmente, cuáles son las causas. Hemos visto también cuál es el origen y cómo se pueden acometer, cuáles son los principales riesgos, y, ahora, lo más importante es que estamos poniendo en marcha estrategias para intentar evitarlos. En ese sentido es donde más ha habido un cambio, que afecta a la práctica, por ejemplo, en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), donde la infección nosocomial era algo frecuente y ahora se ha reducido de una manera muy notable o el tema de quirófanos, pediatrí­a, ... etc, de las distintas especialidades. Y también en el ámbito de la atención primaria y de los centros sociosanitarios. En España hay tres estudios de referencia que los vamos a ver en estos dí­as: ENEAS (Estudio Nacional sobre los efectos adversos ligados a la hospitalización), APEAS (Estudio de efectos adversos en atención primaria) y EARCAS (Eventos adversos en residencias y centros asistenciales sociosanitarios). Nuestro grupo de trabajo ha tenido una parte muy directa en la realización de estos estudios, lo cual nos da fuentes de información para identificar cuáles son los principales riesgos y cómo atajarlos.

P.- ¿Cómo les afecta al paciente y al profesional cuando se produce un evento de este tipo?

El paciente, normalmente, tiene una alta confianza en el sistema sanitario. Esto es positivo y ayuda, además, a su recuperación y al resultado. Cuando sucede un evento adverso la verdad es que le pilla un poco de sopetón y desorientado. Normalmente su reacción es primero de susto, luego de intentar comprender qué es lo que sucede y, sobre todo, le interesa saber dos cosas dirí­a yo: en primer lugar qué se puede hacer para paliar los efectos y, en segundo lugar, le interesa conocer qué se va a hacer para que esto no le vuelva a suceder otro paciente. Estos dos aspectos son muy importantes y los profesionales, normalmente, los suelen manejar de forma correcta. Pero las ví­ctimas de los eventos adversos no son sólo los pacientes sino, también, los profesionales que, de manera involuntaria, se ven involucrados en ellos. Es muy reciente el estudio de las segundas ví­ctimas ?como ha venido en llamarse- y el estudio de la tercera ví­ctima, que es la institución, porque pierde prestigio y ve amenazada, de alguna manera, su imagen en la sociedad y, de alguna forma, la confianza necesaria de los pacientes en las instituciones y en los profesionales. Nuestro grupo también está trabajando especí­ficamente en identificar primero cuáles son estos riesgos, qué es lo que les pasa a los profesionales que se convierten en segundas ví­ctimas y, en segundo lugar, qué podemos hacer para paliar o evitar estas situaciones.

El estudio de las segundas ví­ctimas nos ha llevado, por ejemplo, a elaborar un decálogo de recomendaciones para los centros sanitarios respecto de qué deben de hacer en caso de eventos adversos con consecuencias graves.

Por último, hay que considerar también que las instituciones, como decí­a antes, se ven también afectadas y en ese sentido es bueno que los centros pongan en marcha estrategias de comunicación en crisis para afrontar estas situaciones con éxito, con solvencia y, sobre todo, lo que nos interesa a todos, poder conseguir que esto no tenga mayores consecuencias negativas para el pacientes, los profesionales o la institución y que no vuelven a suceder en el futuro. Mire, todos los sistemas de calidad se diseñaron pensando que, en algún momento, se producen errores, fallos en el sistema y que hay cosas que no salen bien del todo. Lo que no nos podemos permitir en un sistema de calidad es que nos equivoquemos de forma sistemática en lo mismo. Ahí­ está el truco, que seamos capaces de aprender de nosotros mismos y adelantarnos a posibles incidentes y a posibles fallos.

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