Área Sanitaria de Ceuta

125 millones de mujeres y niñas en el mundo sufren las consecuencias de la mutilación genital

28/05/2015

"En la actualidad, 125 millones de niñas y mujeres en el mundo sufren las consecuencias de la mutilación genital femenina y cada año, tres millones de niñas se ven sometidas a esta práctica, con lo que se calcula que 6.000 niñas son mutiladas genitalmente al día. En España, según el mapa de la mutilación genital femenina, realizado por la Fundación Wassu-UBA en 2012, viven 57.251 mujeres procedentes de países en los que se practica esta mutilación y, actualmente, en nuestro país viven 17.000 menores de 15 años, originarias de países de África donde se realiza esta práctica, en riesgo de sufrir la mutilación genital".

Estas cifras han sido puestas sobre la mesa por Victoria Burgueño Zamora, TCE del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, durante la presentación de su ponencia Atención a la niña/mujer inmigrante con mutilación genital en la segunda jornada del vigésimo sexto Congreso Nacional de Técnicos de Enfermería y Técnicos de Farmacia, organizado por FAE y SAE, que se está celebrando en Ceuta.

"La principal dificultad para erradicar esta práctica se encuentra en el fuerte sentimiento de respeto a las tradiciones y de pertenencia a la comunidad que muchas de estas mujeres poseen, lo que origina que sus hijas puedan encontrarse en grave riesgo de padecer una mutilación. En este sentido, como medida preventiva, el pasado 14 de enero se aprobó en España el Protocolo Nacional de Intervención Sanitaria frente a la Mutilación Genital, por el cual los padres deben firmar voluntariamente un documento preventivo en el que se comprometen a evitar la mutilación de su hija cuando viaje al país de origen. Por su parte, el profesional sanitario debe realizar una aproximación hacia la mujer mutilada y concienciarla sobre la problemática que conlleva su práctica. En este sentido, es fundamental que el profesional sea consciente de la realización de estos rituales, su contexto histórico-social y las causas que lo producen y así crear un clima de entendimiento para que los familiares y la víctima comprendan sus consecuencias. Para ello, la aproximación y empatización es la estrategia más adecuada", ha concluido la profesional TCE.

Tres millones de españoles sufren alguna enfermedad rara "En Europa se considera que una enfermedad o desorden es raro cuando afecta a una de cada 2.000 personas. En la actualidad son más de 30 millones de ciudadanos europeos -3 millones en España- y 25 millones de ciudadanos estadounidenses los que se ven afectados por estas patologías", así lo han expuesto Virginia Lobo Bartol y Lourdes López Amorín, TCE´s del H.U. Ramón y Cajal de Madrid, durante su intervención Todos somos raros, todos somos únicos.

Unas cifras que ha completado María Dolores Corchado, TCE del Complejo Asistencial Universitario de León, en la exposición de su trabajo Vivir con una enfermedad rara. Síndrome de Williams: "un 65% de las enfermedades raras son graves o invalidantes y aparecen en los primeros años de vida. En la mitad de los casos el pronóstico vital está en juego: a estas patologías se les puede atribuir el 35% de las muertes antes de un año, el 10% entre 1 y 5 años y el 12% entre 5 y 15 años".

Esta realidad no debería pasarnos desapercibida; sin embargo, existe un déficit de conocimientos médicos y científicos que hace que estas enfermedades no tengan la atención que merecen: el 76% de los pacientes con enfermedades raras se ha sentido discriminado alguna vez por su enfermedad, según la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER).

"Durante mucho tiempo, los médicos, investigadores y responsables políticos desconocían las enfermedades raras y hasta hace muy poco no existía ninguna investigación real o una política de salud pública sobre las cuestiones relacionadas con este campo. No hay cura para la mayoría de estas enfermedades, pero un tratamiento y cuidado médico adecuados pueden mejorar la calidad de vida de los afectados y ampliar su esperanza de vida. El progreso que se ha realizado para algunas enfermedades es impresionante, lo que demuestra que no debemos abandonar la lucha sino, por el contrario, continuar y doblar los esfuerzos en el ámbito de la investigación y la solidaridad social. Las personas afectadas se enfrentan a dificultades similares en la búsqueda de un diagnóstico y de información adecuada: acceso a la atención médica de calidad, apoyo general médico y social, enlace efectivo entre los hospitales y los centros médicos de cabecera, así como con la integración social y profesional y la independencia", han explicado Virginia Lobo y Lourdes López.

Dolores Corchado Durán también ha denunciado cómo "las dificultades en el diagnóstico suponen un largo peregrinaje por diferentes centros médicos debido a la incomprensión de los síntomas. El desconocimiento de muchas de estas enfermedades supone una mayor dificultad para el acceso y la continuidad asistencial. El impacto psicológico, la ausencia de cura, el desconocimiento generalizado acerca del diagnóstico o los posibles tratamientos producen un duro golpe. El aislamiento al que se enfrentan los pacientes y familiares genera malestar emocional que se manifiesta con miedo, tristeza, depresión, dificultad para hacer planes de futuro, o aislamiento social, derivando en agotamiento físico y emocional".

Por lo tanto, "los profesionales técnicos debemos concienciarnos de que este tipo de enfermedades necesitan ser abordadas de manera diferente. Debemos luchar desde todas las asociaciones y todos los sistemas sanitarios para que se cree desde el Sistema de Salud una política especial que las contemple, pues la sociedad debe tomar conciencia de que las enfermedades raras pueden afectar a cualquier familia en cualquier momento. Por ello, se deben formar grupos de profesionales que atiendan a pacientes con las mismas patologías para promover el conocimiento y la investigación sobre una determinada enfermedad, fomentando la cooperación entre todas las comunidades y países, con el objetivo de mejorar la atención sanitaria que reciben pacientes con enfermedades raras, de manera que ésta sea integral, continuada y coordinada entre los niveles asistenciales", han concluido Virginia Lobo y Lourdes López.

Síndrome de Tourette Diana Vasermanas Brower, psicóloga y directora de Psicotourette en Madrid, ha centrado su exposición sobre el Abordaje bio-psicosocial del Síndrome de Tourette en denunciar el desconocimiento que existe sobre este síndrome, lo que "genera errores, dificultades y demoras para obtener diagnósticos y tratamientos adecuados para las personas afectadas. Además, los prejuicios y las situaciones de injusticia y discriminación, no sólo limitan o dificultan su desarrollo académico y su inclusión socio-laboral en condiciones de igualdad, sino que agravan los síntomas de esta patología. La actitud de apoyo y comprensión de los familiares, compañeros y profesionales de la salud y la educación ejerce una gran influencia en la evolución de este síndrome, siendo fundamentales para superar las limitaciones y realizar un proyecto de vida digno, satisfactorio y en condiciones de igualdad".

Así, en la mejora de la atención socio-sanitaria de pacientes con Síndrome de Tourette juegan un papel fundamental los profesionales técnicos, tal y como han subrayado Carmen Estévez Palomo y Pedro Luis Rodríguez Duque, TCE´s de Atención Primaria en Madrid, en la presentación de su Estudio para mejorar la atención sociosanitaria y percepción social de pacientes con síndrome de Tourette y sus familias: "los Técnicos de Enfermería deben ayudar en las labores de promoción de la salud así como en la prevención o reducción de los síntomas y limitaciones asociados al síndrome; deben colaborar en la aplicación de tratamientos y en la creación de un clima más confortable y menos estresante para la atención; e identificar, canalizar y facilitar la expresión de los miedos e inseguridades que pueda tener el paciente".

La globalización "Las repercusiones de la globalización añaden riesgos que antes no eran considerados debido a la manera en la que se establecían las relaciones internacionales, las relaciones entre los países y entre las diferentes poblaciones humanas del planeta. Ahora, la salud pública debe abordar, sin duda, estos retos del mundo moderno, adecuando sus objetivos y los métodos de trabajo a esta nueva realidad, que ya se ha apoderado de nuestro escenario. Para ello se hace imprescindible el cambio radical de nuestros sistemas sanitarios, con el fin de que podamos mantener su sostenibilidad, que siga habiendo profesionales sanitarios suficientes y podamos conseguir una sociedad sin desigualdades en salud".

Así se ha pronunciado Mercedes Vinuesa Sebastián, Facultativa Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública del H.U. de Móstoles (Madrid), durante la presentación de su trabajo Infecciones de importancia en salud pública.

A partir de este nuevo panorama mundial, Vinuesa ha centrado su intervención en el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), que entró en vigor en junio del 2007 como un acuerdo de cumplimiento obligatorio para 194 Estados, con la finalidad de prevenir eventos de salud pública de importancia internacional, proteger contra esos eventos, controlarlos y responder frente a ellos.

"Desde 2013, en España se ha avanzado en este sentido para dar a nuestro sistema las siguientes características diferenciales: realizar un abordaje multisectorial (Red de redes), definir eventos en salud pública general y en consonancia con la OMS y la UE, favorecer la gestión eficiente y coordinada del riesgo, coordinar el enlace autonómico y nacional durante las 24 horas, contemplar una herramienta formal y compatible con las de ámbito internacional, establecer protocolos de respuesta coordinada en salud pública, y situar puntos de entrada en puertos y aeropuertos", ha explicado la facultativa.

Síndrome de Ulises Por su parte, Montserrat Cirés Freixes, TCE del C.H.U. de Santiago en La Coruña, ha recogido en su intervención Después de la globalización. El síndrome de Ulises, las consecuencias que tiene el estrés crónico y múltiple que viven los inmigrantes al abandonar su país de origen y cambiar de cultura, idioma e, incluso, de valores sociales.

"De esta situación de estrés, conocida como Síndrome de Ulises, forma parte la falta de conocimiento por parte del sistema sanitario de este síndrome, lo que lleva a que los inmigrantes sean tratados como enfermos depresivos, psicóticos, somáticos...y no como un cuadro reactivo de estrés. Por ello, el conocimiento es fundamental para adoptar un tratamiento adecuado y evitar que el problema se vuelva crónico y, para ello, la mejor manera de hacerlo es ayudarles a integrarse y reorganizar su vida social para aminorar los efectos causantes del síndrome como el sentimiento de soledad o la preocupación permanente. En este sentido, se están adaptando las terapias a la cultura del paciente, lo que permite ofrecer un diagnóstico y tratamiento adecuados a los rasgos culturales del inmigrante".

Entre estas diferencias culturales, la religión cobra un papel fundamental, pues "si nos planteásemos destacar algún ámbito en el que la persona hace aflorar con mayor preeminencia su dimensión religiosa y/o espiritual, sin duda destacaríamos el ámbito sanitario, y concretamente el hospitalario, pues bajo la circunstancia de estrés por la que pasa el paciente o familiar cuando surge un grave problema de salud, la persona religiosa suele potenciar sus creencias y, por tanto, es cuando más puede precisar de un reconocimiento hacia las claves distintivas de su religiosidad. Por ello, la atención religiosa hospitalaria debe integrarse desde la individualidad, de acuerdo con la propia conciencia del enfermo y familia. Para conseguirlo, los técnicos, además de romper las barreras que suponen el idioma, la alimentación o la donación de órganos y trasplantes, entre otras, deben dialogar con los pacientes y sus familiares y buscar el equilibrio entre las normas del hospital y los deseos de respeto de la cultura y religión del paciente", tal y como ha explicado Nuria de la Rosa Mozas, TCE del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, en su trabajo El técnico y la atención al paciente musulmán.

Enfermedades infecciosas "Según un informe de la OMS, en 2002 alrededor de 15 millones de muertes de los 57 millones que se produjeron en el mundo, fueron causados por microorganismos, incluidos los parásitos (algo más del 25%). En 2014, las infecciones de vías respiratorias bajas, como la neumonía, fueron la segunda causa de muerte a nivel mundial después de la cardiopatía coronaria. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2012 murieron 6.520 personas a consecuencia de enfermedades infecciosas y parasitarias (1,6% del total)".

Estas cifras han sido expuestas por Mª Luisa Martínez Bagur, DUE del Servicio de Medicina Preventiva del H.U. de Ceuta, durante su exposición Protocolos de Aislamiento. La profesional ha subrayado los factores que influyen en la aparición de nuevas enfermedades infecciosas y el aumento de otras que ya se consideraban controladas, como el dengue, la rabia, o el cólera. De hecho, las tres causas más comunes de mortalidad en los países en vías de desarrollo son las mismas que antes lo eran en el mundo desarrollado: neumonías, enfermedad diarreica y tuberculosis: según la Organización Mundial de la Salud, en África subsahariana mueren al año más de un millón de personas por bronquitis o neumonía y más de medio millón por una simple diarrea.

Entre los factores que influyen en la emergencia y reemergencia de las enfermedades infecciosas hay que prestar especial atención a "los cambios sociales y económicos (guerras civiles, empobrecimiento, hambruna, migraciones, crecimiento no planificado de la población), en la atención médica (prácticas diagnósticas y terapéuticas más agresivas, utilización de prótesis y catéteres, drogas inmunosupresoras, trasplantes, uso indiscriminado de antibióticos), en la producción de alimentos (globalización de los suministros, cambios en la industria), en el comportamiento del hombre (conducta sexual, drogadicción, viajes), ambientales (calentamiento global, sequías, inundaciones), en los sistemas de salud (deterioro de los programas de salud, vigilancia epidemiológica inadecuada, falta de personal bien entrenado), y en la adaptación de los microorganismos (incremento de la virulencia, producción de toxinas, desarrollo de resistencias naturales y adquiridas, mutación de gérmenes)".

Para controlar la transmisión de infecciones, los hospitales deben adoptar las precauciones recogidas en la "Guía para las Precauciones de Aislamiento en las instituciones de hospitalización", publicada por el Comité Asesor de Prácticas sobre el Control de Infecciones Hospitalarias en 1996. De esta manera, "se corta la cadena de transmisión de agentes infecciosos, disminuye la incidencia de infecciones nosocomiales, se previenen y controlan los brotes de infecciones y se racionalizan los recursos disponibles manteniendo la calidad en la atención hospitalaria. Son medidas electivas y no invasivas en las que interviene todo el equipo de salud", ha concluido Mª Luisa Martínez.

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